Los expertos describen como los chips “laten”. Otros explican
que el cuarzo tiene un alma que palpita y logra el movimiento del reloj.
Las empresas laten y tienen alma, solo requieren de facilitadores
que colaboren para lograr que esa potencia emerja con fuerza y crecimiento
sostenido.
Ruben Szych
Trabajar en organizaciones por más de 40 años, desde junior a director en Argentina y otros países y más tarde como consultor, capacitador y coach me han permitido descubrir algunas cuestiones que deseo compartir y exponer con real modestia.
En mi proceso de indagación, estudio, escritura (ocurre lo
que también pasa en muchos ordenes de la vida) la pasión logra ser mediatizada
por la experiencia, los fracasos, éxitos y la madurez, a lo que suma la
aceptación de lo que se puede y lo que por ahora no es posible.
El concepto y la palabra “paradigma” se mencionó en forma
amplia en la década del 90, luego fue decreciendo su utilización en la jerga
organizacional. Pienso que puede resultar útil reencontrarnos con este concepto
y tomarlo más en cuenta como teoría en uso.
Como sabemos la complejidad creciente requiere replantearnos
a fondo la dinámica en las empresas (y también en la cosmovisión general de
nuestro mundo) Me parece que debe incluirse la corriente vigente en el que lo automático
condiciona la vida del capital humano (personas como usted y yo) que trabaja y
colabora para que finalmente las cosas sucedan.
Tengo la percepción que algunos aspectos que esta contribución
positiva, neutra o negativa de los colaboradores en las empresas no es totalmente
analizada. Así como tampoco lo que ocurre con aspectos muy profundos de los que
toman las máximas decisiones en la organización.
Lo que alcanzamos a observar es que son pocas las
organizaciones que pueden escapar del corto plazo, aún en aquellas que tienen
una visión y estrategia de largo plazo. Me propongo exponer que aun en las que
tienen la madurez del largo plazo, omiten, desde nuestra perspectiva, aspectos
fundamentales que impactan de manera significativa no solo en lo humano sino también
en lo financiero y económico de la compañía.
La mayoría de las organizaciones estructuran y costean mucho
dinero para realizar planeamiento estratégico (resulta vital que esto ocurra en
un mundo con tanta variabilidad y complejidad). Pero no siempre funciona. A modo
de ejemplo, sabemos de grandes empresas globales que hasta hace unos pocos
meses no habían incluido como una variable la baja del precio del petróleo y la
influencia directa e indirecta en su funcionamiento. Este ejemplo podría ser
tomado como una singularida, dada la excepcionalidad histórica de la situación,
sin embargo estoy convencido que existen otra gran cantidad de variables de aparente
menor cuantía que son ciegas para los que deberían estar contemplándolas y
estructurando planes alternativos.
Una de las acciones más conocidas en la historia cíclica de
los vaivenes económicos mundiales es el despido de personal, que en muchas
situaciones resulta inevitable. Lo que sí es evitable es la forma, el
procedimiento a seguir, pensar desde otra concepción como se toma en cuenta al
sujeto que “late”, detrás del objeto económico que representa su costo.
Muy pocas organizaciones de las que conozco desarrollaron procesos
de evaluación prognóstica de lo que ocurre en el corto, mediano y largo plazo, con
los que se quedan, cuando sus pares han sido despedidos a causa de ciclos económicos
críticos. No solo se genera un temor generalizado, una desmotivación profunda sutilmente
oculta para no ser víctima de la guillotina siguiente. Se genera un substrato más
peligroso y costoso.
No pude encontrar a pesar de haberlo investigado a lo largo
de estos últimos años, ningún análisis de los costos ocultos, que provocan las
acciones de despidos numéricamente importantes que generan las empresas durante
los ciclos negativos. Me refiero a algo más profundo que lo cotidiano del estrés
en los empleados de la organización en el mediano o largo plazo (en todos los
niveles jerárquicos). Son otros a los que denomino “costos ocultos”. Estoy convencido
que los accionistas se llevarían una enorme y poco grata sorpresa si realizaran
un análisis cuantitativo y cualitativo de estos costos ocultos.
La incidencia de esto que llamo oculto no es simple, dado que
incluye lo más evidente, y también aquello que observamos como consecuencias aquellos
que participamos en nuestro circunstancial paso por la organización. Entre ellas:
decrecimiento de la pertenencia, radicalización
sindical, no generación de valor
agregado posible (solo el políticamente correcto), fraudes, roturas, mermas
productivas, enfermedades (días no laborados), accidentes importantes, ceguera
(no ver consciente o inconscientemente, llamémoslo las “cosas” que podrían evitarse
y luego le cuestan a la empresa en muchos casos millones de dólares, (cuando se
realiza el análisis del incidente, donde en muchos casos se encuentran
responsables o culpables, casi ninguno de los evaluadores va más allá de los síntomas,
cuando en verdad la raíz es más profunda, por lo tanto por algún otro lado
seguirá habiendo graves problemas y costos importantes que podrían ser evitados)
Otra de las cuestiones que intervienen en mi análisis es la
comprensión de que la complejidad invita al control, que es un posible sinónimo
de tener que dar respuestas y esto siempre se realiza desde el dominio
cognitivo que se posee.
Algunos profesionales intentan y logran desarrollar una
mirada, reflexión, análisis, desde una perspectiva más sistémica, global,
holística, lo cual desde mi respetuosa percepción es apropiado.
Necesito explicitar aquí que mi formación incluye: las
Ciencias de la Educación, la Psicología Cognitiva, Marketing, Servucción,
Análisis Organizacional, PNL, Coaching Sistémico, otras formaciones en
argentina y otros países y en los últimos 8 años estudiando el mundo de las
Neurociencias aplicadas y simultáneamente Constelaciones familiares y
Organizacionales.
Hoy concibo las soluciones para los problemas
organizacionales desde una perspectiva que incluye el enfoque y conocimiento de
los modelos de intervención más conocidos y otra variable no muy frecuentada
que es entender “el alma de la empresa”.
Denomino alma, a lo que “late” permanentemente dentro de cada
integrante de la organización y que en la dinámica cotidiana acelerada es
olvidado.
Desde mi perspectiva se requiere incluir “el latido” (que incluye entre
otras cuestiones a los que fundaron la organización y a los que ya no
pertenecen, porque se fueron o murieron, las inequidades) desde ese espacio del
latido o alma de la empresa se puede encontrar una respuesta y una oportunidad
de solución.
Necesito explicitar mi formación: porque encuentro que “el
latir”, el “alma Organizacional” es una construcción que surge de una larga
trayectoria en empresas.
Esta inclusión es una opción, una decisión meditada, y lo que
es más importante un compromiso con las personas y las empresas, definido desde
un lugar de potencia.
Es para mí y otros integrantes de la consultora, una nueva
estación del recorrido. Entender y ayudar, es un punto de llegada, después de
haber transcurrido diferentes formas y modelos. Resulta una oportunidad el
incorporar una poderosa herramienta que se suma a las que ya traemos puestas…no
se puede asegurar que esta visión resulte la última estación del proceso…estoy
seguro que habrá otras, que se irán construyendo e integrando.
Llegó el momento de incluir el sentir, el deseo, el dolor, el
placer, lo excluido, los olvidados que nos permitieron llegar hasta aquí, restablecer
un orden y un equilibrio entre el dar y recibir…es fundamental para que las
organizaciones logren sostenibilidad en el tiempo.
Permitir la inclusión en la experiencia cotidiana “del alma
de la organización” a través de dispositivos y técnicas sistémicas, es una práctica
de alto impacto para la comprensión y la solución desde la raíz de muchos temas
muy complicados en las empresas: Destrabar lo trabado, descubrir lo ciego…vislumbrar
posibilidades, lograr el equilibrio durante tanto tiempo buscado.
Lo que describí es una realidad que ya comienza a producir
resultados en varias de las organizaciones en las cuales incluimos esta visión
y practica de ordenamiento sistémico.
Tal como he dicho al comenzar, la complejidad creciente
requiere de entender y aplicar nuevos paradigmas de solución, como muchas
cuestiones en la vida, los cambios comienzan en los márgenes y lentamente o de
manera veloz llegan al centro o al eje donde se define lo que realmente debe
ocurrir de la mejor manera.
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